Hay evidencias que el entorno del niño y sus primeras experiencias con los padres dejaran una huella para siempre. El vínculo con la familia es importante para garantizar una buena salud emocional.

Los niños que carecen de ese afecto y contacto adecuado con sus padres tienen alteraciones en su crecimiento y dificultades para relacionarse.

Los primeros años de vida de sus hijos puede determinar el nivel de éxito que alcanzará en la adultez.

Un niño puede tomar conciencia de quién es y lo importante que es para los demás gracias al vínculo de cariño que se estableció con sus padres. Esto le aportará una autoestima fuerte que será clave en el desarrollo futuro de todas sus habilidades.

Los niños que reciben calidad de atención de los padres están mejor preparados para colaborar, ser compasivos y tratar a los demás con empatía.

Una relación familiar estrecha proteje al niño de problemas como la depresión, drogas, y actividad sexual precoz.

Si los niños se crían en un ambiente con estímulos y experiencias positivas, eso tiene un impacto en el aprendizaje.