Tus hijos, que han sido el foco de tu vida, se van a la Universidad y sientes como un nido vacio. En ese momento probablemente experimentas diferentes sentimientos: tristeza, ansiedad, incertidumbre y entusiasmo.
Otros padres sintieron un alivio porque ya no tendrián que esperar a que sus hijos llegarán de las fiestas a altas horas de la noche. Otros se sintieron tránquilos pues imaginaban que ya no habrian conflictos en casa.
Unos sentimos la pérdida de la estructura creada por las actividades que compartiamos con nuestros hijos y sobretodo la pérdida del goze de verlos crecer y desarrollarse.
Que haré con mi vida? Como me voy a adaptar a éste cambio? Una manera es vivir en estado de pérdida y duelo. Otra manera seria lidiar con la pérdida y ver este período como una nueva fase llena de nuevas oportunidades.
La resolución exitosa de esta transición require la habilidad de tolerar la separación e independencia manteniendo la conexión.
Algunos padres pueden sentirse enojados porque sienten que sus hijos los están abandonando y proyectan ese enojo hacia el otro padre. Otros padres se sienten culpables de no haber participado suficiente en la vida de los niños. Otros se preocupan de si algo le pasará a su hijo ahora que no hay quién lo cuide.
Particularmente, la madre que esta divorciada tiene gran dificultad con esta transición pues le recuerda lo que sentia cuando su ex esposo se fué de la casa. Otras madres se sienten culpables porque sienten que quizás por culpa de ellas el hijo no lleno todas sus expectativas.
Es esencial dejarle saber a el hijo que esta transición es una celebración de sus esfuerzos, de su coraje, de su competencia, y la entrada a una nueva fase de su vida.
Dale oportunidad a tú hijo que sea el piloto de su propia vida. Nuestros hijos tienen derecho a tomar sus propias decisiones y acatar las consecuencias de sus actos. Si nosotros hacemos que sus problemas se conviertan en nuestros problemas, ellos evitarán enfrentarlos.
A pesar de que a veces el camino se puede tornar algo peligroso, tenemos que dejarlos ir, sabiendo que les hemos ofrecido las herremientas para que tengan éxito en su vida.
Tenemos que recordarnos que si los niños se van de casa y están felices y bien integrados, es en parte gracias a nosotros los padres. Ser un padre exitoso es preparar a el niño para que eventualmente pueda ser padre de si mismo.
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